viernes

I

La Palabra

fatal amor errante

deteriorado amor de madre.


Signo que se bifurca en

escantillón de lenguaje,

y locura.


Hilo de sueño

esgrima, tropiezo,

susurro, y viento.


De ella.


Es de donde vengo,

y, a donde voy

aún si no osa

decirme

quién

soy.


Es ella.


Quien no me deja vivir

de ficción ausente

(extraño caso de halterofilia es

vivir consciente);

y esa vida,

minuto traicionero

-hogar de sufrimiento, cárcel de tiempo-,

es el desliz que yo siento

en este mundo -fatalmente- austero.


Es, pues, ella.


A quien espero.

Y su espera, dulce venganza

de esperanza sin esperanza

es lo que me depara

La Palabra.

miércoles

A quien corresponda.

Ha de ser difícil siquiera imaginar amar a quien se ata, voluntariamente, a una hoja de papel, a quien no quiere tocar aquella delicada pieza con otra cosa que no sea la Palabra; quien contempla la hoja y contempla los labios; aun si tu hoja está en blanco, aun si más allá de tus palabras no hay nada. Aun si tienes los labios sellados, vacíos, con mensajes aún no escritos, mensajes indescifrables. Y me perteneces en mi realidad, en la realidad donde quisiera... Que podamos hacernos todo el daño, el perfecto. Donde podamos terminar de jugar a 'todo dolor, todo desdicha' porque rompimos algo, o simplemente empezar a jugar por lo mismo.
Habrá algo más allá de tu tortuoso silencio. Quizá recuerdo. El caminar en silencio, el silbar del viento.

Dolor de verte de lejos, en secreto. Dolor mínimo y agridulce.
Podemos, si quieres, comenzar el juego.



«Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno».

- Jorge Luis Borges.

lunes

Lejos, protegida por sus alas.

«Miel y leche hay debajo de tu lengua...»
Cantar de los Cantares 4:11.



Amo entre instantes.
Y entre tus ojos.
Entre tus labios.


El problema no es pues sino que soy un insignificante, y absurdo, burdo, silencioso libro de biblioteca roído por las ratas; sigilosa tigresa apresada entre rejas, acechando entre sombras, tumbada a cada tercer paso por un tropiezo, tropiezo causado quién sabe si por mí, acaso por ti o por mis palabras. El problema es que tú, tú eres de otras palabras, palabras que no son palabras; no puedo describirte porque caigo en plagio y no puedo contener tu mundo porque se desborda. Si es que se pudiese describir lo que tu rostro expresa, si yo pudiese tan sólo describir cuánta perfección se halla estática en tu forma de fruncir los labios mientras pronuncias una larga eme escondiendo quién sabe qué pensamientos, y todos los sentimientos que moran en aquellos ojos felinos en los que vagamente veo mi reflejo, donde me multiplico y doy más agravio mi pesada existencia; si tan sólo pudiese encerrarte en unas cuantas palabras, o en miles, no importa...
Si pudiera, si pudiera... Pero yo no, no puedo.

En honor a la verdad debo confesar más de una cosa, y es que si no te (d)escribo no sigo, no siento ni vivo. Y antes mejor Jowii muerta que Jowii seca. Y ahora. No sé. Pero vos, escuchame, y escuchame bien: si no me fuese dado el lenguaje ya no tendría siquiera cómo vomitar (aunque con grumos) estos pensamientos que con cada día vienen siendo más dependientes y peor aún, más patéticos.

Y a o la los las mujer que pasa pasaban por entre sobre las los mis calles aledañas en a por su tu sus casas hogar morada chozas es será era siempre nunca jamás la misma mismos que cuantos cuales verás veré cada siempre que entrecierre sus mis los las tus sus ojos en con tu sus mi la soledad.



Metáforas aparte, te necesito.

He dicho.

miércoles

Silencio, 'el grito' involuntario. I

Que se habitúe ella a esa fría soledad, le decían, aunque sea tanto el hastío que las lágrimas no alcancen a expresar lo que se siente cuando una está frente a todas las familias, todos los amigos y todos los recuerdos. Porque para ella había silencio, pero no había más; y no era sino un silencio amargo y pesado, porque no sabía aún que se dice callando y que se calla diciendo. (El misterio está ahí, Jowii, en varias palabras o quizá sólo en una. Pero no en todas ni tampoco en ninguna. Está en palabras impronunciables, difíciles..., imposibles). Sola con su boca, recitando su esterilidad, contando los segundos, los minutos y las horas. Días no habían, todo era noche, todo tinieblas.

Tan mustia se pasa el día (los días) tejiendo marañas de palabras como quizá lo hacen los escritores, intentando construir aquella realidad a partir de la nada a la que se ha acostumbrado, como armando un castillo esférico a partir de naipes. E insistía. El castillo debía ser esférico y de naipes, y al terminar debía derrumbarse.


Y ya.




(Tan falta de vida -aún siendo testigo- seguía incapaz de encontrar la conexión entre palabra y lágrima...)